viernes, 27 de septiembre de 2013

HOMERO MANZI: El poeta que no fue ni oficialista ni opositor, sino un revolucionario.



El autor de letras de tangos que se convirtieron en verdaderos himnos porteños, fue también un orador de barricada que se pronunció siempre a favor de los más humildes. En el arte y en la vida caminó por la vereda de lo popular.

Por Norberto Galasso







Le tocó vivir un tiempo difícil de vasallaje y miseria popular, de artes exóticas y gobiernos reaccionarios, de banderas enfangadas y "próceres" traidores. Pero él supo encontrar las respuestas y erguirse junto a su pueblo para empujar, "de prepo", a esa historia nuestra, a veces remisa y reculadora.

Vino de su Añatuya callada y desvalida y se metió con su espíritu poblado de versos en un Boedo mistongo que se derramaba en cafetines, lustrabotas y mendigos hacia esa Chiclana amenazada siempre por la inundación. Allí caminoteó atardeceres con Cátulo Castillo, Julián Centeya y el "loco" Papa y allí resolvió en largas conversaciones con Jauretche su dilema shakesperiano trasladado al suburbio: "¿Ser hombre de letras o hacer letras para los hombres?".

Allá estaba la Academia y el galardón literario, el premio municipal en la solapa y la cátedra momificada. Aquí, la fidelidad al Barrio de las Ranas, a las pibas de Alsina, a Pompeya con su farol "balanceado en la barrera" y "el codillo llenando el almacén", al Boedo legendario donde se mezclaban el caudillo radical Pedro Bidegain y aquel Eufemio Pizarro que "con vaivén de carro…/ cruzaba los ocasos / del barrio pobretón".

De izquierda a derecha: Cátulo Castillo, Homero Manzi, Sebastián Piana y Pedro Maffia


Y Homero Nicolás Mancione desdeñó la fama oligárquica para grabar su perfil como Homero Manzi optando por el mundo de "las chatas entrando al corralón", chapaleando barro bajo el cielo de Pompeya herido de lonjas rojas, con sus gorriones y fabriqueras, con el eco de un bandoneón –"mariposa de alas negras"- brotando del último organito de una ciudad entristecida.

En ese camino, sus "versos para los hombres" acunaron a la Negra María, consolaron a la mulata abandonada, invocaron al Papá Baltasar en nombre de los chicos pobres, eternizaron al viejo ciego del violín y a aquella Malena "con voz de sombra", en el paisaje indeleble de un "Sur paredón y después". De este modo, estampó una radiografía carreguiana de personas y aconteceres de la realidad, tan humildes y por eso, precisamente, tan importantes. Asimismo, en el terreno político, Homero también eligió la vereda popular, despreciando las canonjías que el ofrecía el radicalismo alvearizado, para lanzarse a la aventura de FORJA, aquel 29 de junio de 1935, porque sabía que "éramos una Argentina colonial" y ansiaba una "Argentina libre".

La soberanía popular, la nacionalización de las empresas extranjeras y la reivindicación de los derechos de los trabajadores se hicieron punta, una y otra vez, en su vozarrón lanzado al viento en la tribuna esquinera –modesta tarima de cajoncitos de cerveza- donde chisporrotearon luminosas verdades en la sombría noche de la "Década infame".

Homero Manzi (segundo desde la izquierda), Luis César Amadori, 
Jacinto Benavente y Lucas Demare, entre otros.


Aquel que calificaba a la piel de una muchacha como "magnolia que mojó la luna", se transmutó entonces en orador de combate: "Nos quieren hacer creer que hay una cosa intocable en la economía: el gran capital… Nos quieren convencer que el ferrocarril apenas da ganancias a sus accionistas… Hay que crear mentalidades opuestas y nacionales que frente a esa lamentación digan sencillamente esto: ¡¡¡QUE SE VAYAN A LA PUTA QUE LOS PARIÓ ESOS ACCIONISTAS!!!".

Así batalla en la catacumba forjista, en esa época en que la tisis roe los pulmones de las mujeres que pedalean en la "Singer", cuando los rufianes controlan la calle Corrientes y las adolescentes desaparecen del conventillo atraídas por "las luces del centro". Y así se consustancia cada vez más con su pueblo. Por esa razón, en 1947, reencendiendo su vieja fe del auténtico irigoyenismo, brinda su apoyo a la caravana popular desde su perspectiva de "revolucionario", amigo del Pueblo, al que expresa en sus versos y a quien acompaña ahora en su nuevo camino jubiloso: "Quienes nos tildan de opositores se equivocan. Quienes nos tildan de oficialistas también. Nos somos oficialistas ni opositores. Somos revolucionarios… Perón es el reconstructor de la obra inconclusa de Hipólito Yrigoyen".

Poco después, la muerte le punguea el corazón en el sanatorio Costa Boero y se despide "lleno de luces y dolores… que integran mi cortejo final de despedida". Sin embargo, aún hoy, cuando en la radio en un tallercito del suburbio o en la disquería noctámbula de la calle Corrientes, florecen otra vez sus versos "con un perfume de yuyos y de alfalfa/ que nos llena de nuevo el corazón", parece como si el Homero indoblegable se pasease todavía con su cara redonda y sus ojos limpísimos de niño –esos por donde "su frente triste de pensar la vida, tiraba madrugadas por los ojos", como diría Cátulo Castillo- para mantener viva la canción y encendernos, de nuevo, la esperanza.


jueves, 26 de septiembre de 2013

EL PROYECTO PULQUI - El desarrollo de la industria aeronáutica en el primer peronismo...

El caso del Pulqui muestra las complejidades de desarrollar una tecnología de punta o de frontera tecnológica. Queda claro cómo juegan aspectos de índole técnica y aspectos políticos como el revanchismo de la dictadura de 1955. Vale como ejemplo pensar en lo que significa hoy la Empresa Embraer para Brasil.

Pulqui I

Por Javier R. Fernández *


Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Perón impulsó el desarrollo de la industria aeronáutica, dirigiendo sus esfuerzos a reclutar científicos y tecnólogos extranjeros. La fabricación del Pulqui I y II –primer avión caza a reacción de Suramérica– fue acompañada por otros desarrollos, como la energía atómica, grandes obras de infraestructura e ingeniería civil, la creación del Instituto Antártico. Estos objetivos del gobierno peronista se vinculaban con componentes ideológicos, como la búsqueda de la autonomía económica y el acceso a las tecnologías que permitieran resolver los “problemas nacionales” –energía, salud, recursos naturales, producción, defensa–, que tenían sus raíces en la exploración y explotación del petróleo impulsada por Enrique Mosconi a partir de la década de 1920, y en el objetivo de reducir las importaciones a través de un apoyo decidido a la industria local, en la década siguiente y la producción siderúrgica impulsada por Manuel Savio. Heredero de estas concepciones, el sector aeronáutico era un sector estratégico para la política industrialista.



La producción de aviones en la Argentina se remonta a finales de la década del ’20, cuando la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba comenzó a producir aeronaves y motores extranjeros bajo licencia. La sustitución de importaciones de la década del ’30 acompañó el diseño de los primeros modelos endógenos. Más tarde, el gobierno que acabó con la Década Infame, conocido como la revolución del ’43 e integrado por Juan Domingo Perón, impulsó la producción de modelos autóctonos que favorecieran la utilización de materias primas e insumos locales, especialmente madera.



En 1946, en el marco del Plan Quinquenal se redactó una planificación específica para el Ministerio de Aeronáutica que contempló aspectos tan disímiles como el aeromodelismo a nivel escolar, el servicio meteorológico y la aviación militar. El proyecto, que comprendía el período 1947-1951, incluía la producción de una extensa gama de aviones que posibilitaban la realización de variadas misiones contempladas por la Fuerza Aérea.

Para poner en práctica el Plan, la Argentina se propuso contratar recursos humanos extranjeros. Sin reparar en purismos ideológicos –al igual que Estados Unidos y la Unión Soviética– pudo gestionar la contratación del prestigioso diseñador francés Emile Dewoitine, que por temor de ser acusado de colaboracionista había huido de Francia. En mayo de 1946, Dewoitine llegó a la Argentina y dio a luz, con la participación de personal argentino, al primer caza a reacción de Suramérica: IAe-27 Pulqui, que en araucano significa “flecha”. Durante 1946 se fabricaron las primeras piezas del prototipo y se construyó una maqueta de madera en tamaño real para pruebas en el túnel de viento del Instituto. El primer vuelo exitoso del Pulqui se produjo el 9 de agosto de 1947. A partir de los primeros vuelos, se consideró que el avión sufría una marcada falta de potencia, baja autonomía (800km) y baja estabilidad en velocidades mayores a 600km/h. No obstante, la Argentina era el segundo país del mundo –excluidos los que participaron de la Segunda Guerra– que había diseñado y construido un avión de esas características. Este hecho tendría una clara relevancia a nivel mundial. El 22 de septiembre de 1947, la aeronave fue exhibida en vuelo ante el presidente Juan Domingo Perón.



Tras la primera experiencia del Pulqui I se comenzó a desarrollar un nuevo diseño que resolviera las limitantes mencionadas. Este nuevo proyecto llevó el nombre de IAe-27 Pulqui II. Paralelamente, se estaba dando una disputa entre las potencias vencedoras por los científicos y tecnólogos alemanes que habían participado en desarrollos aeronáuticos. En este sentido, el gobierno peronista logró convocar al renombrado diseñador de la compañía Focke-Wulf, Kurt Tank, tras rechazar todo ofrecimiento de los países aliados. Tank, que logró fugarse clandestinamente de Alemania a finales de 1947 con planos de los últimos desarrollos realizados, se entrevistó con Perón y acordó la producción de una amplia serie de aeronaves, tanto de uso comercial como militar, en concordancia con lo pautado en Plan Quinquenal. Un requisito de Tank fue la contratación de dos equipos de diseñadores alemanes para que trabajaran a su cargo.

A fines de 1948 se rescindió el contrato de Dewoitine mientras que el personal argentino que se había desempeñado con él siguió en funciones desarrollando un diseño denominado IAe-27a. Por otra parte, la gente de Tank avanzaba en el diseño de un caza a partir de un proyecto previo de la Focke-Wulf, el Ta-183. A medida que avanzaron los desarrollos, se resolvió optar por el diseño del grupo alemán. Pocos meses después, el personal argentino abandonaría el Instituto Aeronáutico. El modelo elegido tenía características comparables a los desarrollos que se llevaban adelante en la URSS y EE.UU. El modelo fue bautizado IAe-33 Pulqui II y realizó su primer vuelo el 16 de junio de 1950.

El Pulqui II fue presentado en Buenos Aires en el Aeroparque de la Ciudad, donde Tank realizó un vuelo de exhibición ante una gran multitud. En el mismo acto el presidente Perón dio un discurso donde afirmó que en el Segundo Plan Quinquenal se avanzaría en el desarrollo del modelo para poder fabricar en el país “hasta el último tornillo”. La fuerza de esta imagen quedaría impresa en el imaginario de la patria peronista, tal como lo retrata Santoro en su recreación documental de los años del Pulqui.

INSTITEC JUSTICIALISTA Sport 1954 junto al IAe-27 PULQUI

Poco después, dos accidentes fatales destruyeron dos prototipos del Pulqui II. Estos hechos, sumados a la crisis económica y la decisión de constituir las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME), congelaron el desarrollo aeronáutico. El proyecto IAME perseguía sustituir bienes manufacturados importados como motos, automóviles, lanchas, tractores, motores y aviones. Además de reducir la dependencia sobre importaciones, se buscaba equilibrar la balanza de pagos, fuertemente afectada por dos sequías que habían diezmado la producción agropecuaria.

En septiembre de 1955 se produjo el golpe de Estado autotitulado Revolución Libertadora, también llamada Fusiladora por su carácter antipopular y terrorista. Tras deponer a Perón, el gobierno de facto presionó a Tank por su ingreso ilegal al país. En febrero de 1956, Tank y catorce ingenieros extranjeros abandonaron el país. Este hecho se sumaría a otros dos elementos que pondrían un freno al proyecto Pulqui. Por un lado, cuando la Fuerza Aérea Argentina consultó a IAME sobre el plazo para disponer de un lote de producción de cien IAe-33, la respuesta fue de cinco años; mientras que EE.UU. podía entregar un lote de inmediato. Por otra parte, en noviembre de 1956, el cuarto prototipo del Pulqui II tuvo un accidente cuando aterrizaba de una demostración ante oficiales de la Fuerza Aérea. El piloto sobrevivió, pero el artefacto quedó destruido.

El caso del Pulqui muestra las complejidades de desarrollar una tecnología de punta o de frontera tecnológica. Queda claro cómo juegan aspectos de índole técnica (como el diseño del avión, sus materiales y componentes) y aspectos políticos como el revanchismo de la dictadura de 1955 y todo el antiperonismo, que buscó “desperonizar la patria” golpeando un desarrollo tecnológico que habría favorecido a amplios sectores de la sociedad. Vale como ejemplo pensar en lo que significa hoy la Empresa Embraer para Brasil. Otro punto a mencionar es cómo el pragmatismo de un sector militar llevó a favorecer la compra de aviones a EE.UU. y cómo desde la gestión pública y el cortoplacismo que la caracteriza se toman decisiones que afectan a procesos estratégicos cuyos méritos y externalidades solo asoman a mediano y largo plazo.


* Ingeniero electrónico y magister en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad de Quilmes.


PELÍCULA SUGERIDA: 

"Pulqui, un instante en la patria de la felicidad. Parte 1" de Alejandro Fernández Mouján



Este film nace del encuentro del productor Marcelo Céspedes con el artista plástico Daniel Santoro. Nace como un juego y un desafió: construir un avión (objeto artístico) símbolo de una época y un proyecto de país, hacerlo volar, filmarlo. Así entonces Céspedes convoca a Alejandro Fernández Mouján y el proceso comienza. A lo largo de casi un año se filma este sueño y este film que se transforma para todos en una gran aventura ideológica, estética, cinematográfica.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

IGUALDAD Y EQUIDAD. Distribución del Ingreso, el Mercado y el Estado.

La definición más común de equidad social refiere a la distribución de la riqueza y de los recursos entre los miembros de una sociedad. Para ello existen distintos criterios.


Por Daniel E. Novak - Economista

Parafraseando una sentencia aristotélica, puede ser tan injusta la desigualdad entre iguales como la igualdad entre desiguales. Esto implicaría que si dos personas se encuentran en condiciones similares no sería justo tratarlas de manera diferenciada, pero también podría ser injusto tratar de la misma forma a dos personas que se encuentren en condiciones muy distintas.

“El único ente que puede garantizar este mínimo de protección social es el Estado”, explica Daniel Novak.


El concepto de igualdad remite a una idea aritmética de repartir en partes iguales dividiendo lo que se ofrece por la cantidad de personas que reciben. Si esas personas parten de situaciones muy diferentes (condición inicial) esa repartija aparentemente equitativa podría estar convalidando la desigualdad de origen de cada individuo. Así, la distribución “igualitaria” en una situación de desigualdad originaria podría ser inequitativa.

El concepto de equidad, en cambio, lleva implícita una idea de justicia en relación con una situación deseable acordada previamente y valorada como tal. Esa situación objetivo implica el acuerdo previo con base en valoraciones sociales expresadas a través de mecanismos participativos que la legitimen por consenso. En las sociedades contemporáneas esos mecanismos derivan en su mayoría de procesos políticos definidos democráticamente.

Hay varias maneras de consensuar una situación objetivo desde el punto de vista de la equidad social. Las más comunes refieren a la distribución de la riqueza y de los recursos entre los miembros de una sociedad. Para ello existen distintos criterios, entre los que se destacan:

- A cada uno según su contribución a la producción de los recursos.

- A cada uno según su productividad y eficiencia en ese proceso.

- A cada uno según sus necesidades, independientemente de su contribución.

Los tres llevan implícita alguna valoración “subjetiva” de justicia. El primero considera justo que la distribución se haga en proporción directa al esfuerzo que realiza cada miembro de la sociedad, dando más a quien más contribuye y menos al que lo hace en menor medida. El segundo no sólo toma en cuenta el esfuerzo sino también la eficacia de ese esfuerzo, premiando más a quienes resultan más eficientes en la aplicación de ese esfuerzo. Y el tercero plantea que, más allá de la contribución que pueda hacer cada miembro, la sociedad debe ser capaz de garantizar a cada uno lo elemental para su subsistencia en condiciones dignas.

Los dos primeros criterios, si bien proponen una idea de “justicia proporcional” (a mayor esfuerzo y/o eficiencia, mayor remuneración) responden a una visión individualista de la distribución de recursos que no se compadece de los efectos sociales en la distribución desigual de la riqueza que resultaría con el paso del tiempo. Por eso, el reparto inicial según esfuerzos y/o eficiencia llevará, tarde o temprano, a tener que aplicar medidas que ya no serán de igualdad (entre desiguales) sino de equidad para morigerar las diferencias.

El tercer criterio responde al principio de que en una sociedad “justa” todo el mundo tiene derecho, por el solo hecho de nacer en esa sociedad, a recibir un mínimo de condiciones para una vida digna, independientemente de la condición de origen de su núcleo familiar. Parte de la idea de que nadie puede elegir el lugar y el momento de su nacimiento y por lo tanto no tiene por qué sufrir los efectos de una distribución desigual previa de la riqueza. Nadie debería nacer condenado a la pobreza desde la cuna.

El único ente que puede garantizar este mínimo de protección social es el Estado, mediante una política de reasignación de recursos que permita una distribución de los mismos diferente a la distribución original de la riqueza. Los mecanismos para esto son múltiples y se basan fundamentalmente en las políticas tributarias progresivas y en asignaciones que aseguren el ingreso mínimo para una vida digna a todos desde el nacimiento. Bajo esta concepción de “derecho a una vida digna” los receptores de las asignaciones dejan de ser beneficiarios para pasar a ser derecho-habientes de las mismas.

La definición de una política de equidad debería basarse en una combinación adecuada de estos criterios básicos, ya que si se asentara en uno solo de ellos podría generarse una situación de desigualdad progresiva, en un extremo, o de falta de incentivos para premiar los esfuerzos y la eficiencia, en otro extremo. En términos generales podría esperarse que los primeros dos criterios se basen en las “leyes de mercado” mientras que el tercero surgiera de una política estatal muy activa que garantice un mínimo de protección social para todos los habitantes.

Sin embargo, los mercados en muchos casos generan desigualdades injustificadas, no basadas en la retribución proporcional al esfuerzo o la eficiencia, sino producto de posiciones dominantes que limitan el libre acceso, la transparencia y la competencia, presupuestos básicos para que sean asignadores eficientes de los recursos. Entonces, la intervención del Estado en pos de una política de equidad no sólo debe ser posterior a la acción de los mercados sino que también debe ser previa o concomitante para evitar inequidades derivadas del mal funcionamiento de los mismos.

¿Cuál es la combinación adecuada de estos tres criterios para una política de equidad? Eso es algo que debe definir cada sociedad en función de los objetivos políticos prevalecientes expresados democráticamente. En principio, el tercer criterio de equidad no debería adquirir tal importancia que desalentara la “cultura del trabajo”. Garantizar una vida digna no implica brindar lujos ni opulencia; pero sí poder acceder en igualdad de condiciones no sólo a una alimentación sana sino también a servicios sociales básicos de calidad en salud, educación y vivienda, y una vejez sin carencias. Esto implica:

- Equidad no es sinónimo de igualdad; las políticas de equidad pueden y deben basarse en medidas desiguales para morigerar desigualdades ya establecidas.

- Las políticas de equidad deberían orientarse a sostener una igualdad básica: la de todos los individuos a tener una vida digna como un derecho adquirido desde el momento mismo de su nacimiento y hasta su muerte.

- Para ello el Estado debería garantizar una protección social mínima a todos sus habitantes basada en una alimentación sana y servicios sociales básicos de calidad.

- La política de equidad debe velar también, de manera preventiva, por el adecuado funcionamiento de los mercados en condiciones competitivas, para evitar situaciones de inequidad derivadas de posiciones dominantes.

10-02-2013

sábado, 21 de septiembre de 2013

DISCÉPOLO Y MORDISQUITO: ¿PROFECÍA O VUELTAS DE LA HISTORIA?

Enrique Santos Discépolo en el programa Nº 5 del primer ciclo de "Pienso y digo lo que pienso" rebautizado luego "A mí me la vas a contar"


"¿Por qué hablás si no sabés?

¿De dónde sacaste esa noticia que echás a rodar desaprensivamente, sin pensar en lo irresponsable que sos y en el daño que podés hacer? Estamos viviendo el tecnicolor de los días gloriosos y vos me lo querés cambiar por el rollo en negativo del pesimismo, el chisme, la suspicacia y la depresión.

No, si yo a vos te conozco, ¡uf, si te conozco! Vos sos, mirá, vos sos el que no podés disponer de hechos y entonces usás los rumores, y te acercás a mí para tirarme la manea de unas palabras en el momento más inesperado.
¿Sabés qué palabras, por ejemplo?: «¡La que se va a armar!».

¡Explicate! Que tu actividad capciosa no se detenga en el umbral de las palabras, sino que atraviese el zaguán del prólogo y me tienda la mesa en el comedor de los hechos… Hechos y no palabras, hechos y no rumores.

Dale, servime la cena. Poné sobre mi mesa eso que estás anunciando, pinchalo con el tenedor de una evidencia, cortame el entrecote con el cuchillo de otra evidencia. ¡Y hacé que yo trague el bocado evidentemente!

Porque, hasta ahora, los rumores se fabrican aquí por quienes se alimentan de sus propias milanesas. Porque yo a vos no te entiendo. Vos me agarrás del brazo en la vereda, me anunciás que se va a venir una… se va venir una… y en vez de venir una, te vas vos, y yo me quedo en la vereda tratando de no impresionarme, porque si yo fuera impresionable entraría en mi casa agachado como vos, hablando al bies como vos, y cuando los míos vinieran a saludarme alegremente, también yo levantaría la medianera de esas palabras sibilinas que me dijiste: «Menos alegría y vayan preparándose…Porque ¡se va a venir una!»

Pero yo vengo de vuelta, ¿sabés? Yo vengo de otras épocas llenas de palabras, superfluamente llenas de palabras; no había nada más que eso: barrios de palabras,
tribunas de palabras, países de palabras, y por eso no creo en los rumores chiquitos y muchas veces miserables con que vos querés hacerle sombra a una realidad que
está iluminándonos. ¿Por qué hablas si no sabés? ¡Entristece pensarlo!

Claro, a vos vino uno y te dijo que ayer mataron a treinta. ¿Dónde están los que mataron? ¿Fuiste al entierro? ¿Tomaste café en el velorio? No, vos no viste nada, vos no sabés nada, pero como alguien te lo dijo, vos lo repetís, y ¿quién se lo dijo a ese alguien? ¿Quién?

Ahora me explico: será el mismo que anunció, por ejemplo, que Fulano y Mengano estaban presos. Y entonces, vos venís y me decís, siempre agachado, siempre haciéndote el misterioso: «¡Shhh… la cosa está brava! ¡Los metieron presos a Fulano y Zutano!».
Y si te digo que anoche lo vi a Fulano con una rubia y que hoy almorcé casualmente con Mengano, vos me mirás con una lástima tremenda y me decís que es un truco.

¿Cómo un truco? ¿A mí me la vas a contar? ¡Yo estuve con Mengano! ¿Cómoque no? ¿Entonces, quién era? ¿Boris Karloff caracterizado?

Discépolo y Tania
Pero, oíme. ¿No ves en qué época estás viviendo?. Con kilos de realidades, toneladas de realidades, y entonces, ¿cómo podés mostrarte tan pequeño, tan chiquito, y ser un cómplice más en esta carrera de posta en la que los rumores más absurdos, cuando no cínicos, salen de la obscuridad y quieren meterse en el pensamiento de los crédulos?

Ya sé, decís que vienen desde el exterior contando con la colaboración de sus personeros, de los que, desgraciadamente, muchos son argentinos.

Pero ¡No hablés tonterías! ¡Averiguá primero!
Despreciá al malintencionado que te pasa un rumor como quien te entrega un billete falso… y no ves que si es falso. ¿Cómo vas a comprar la verdad? ¿O vos no sabías que la verdad está en los hechos maravillosos que hoy nos rodean, y que la mentira está en esos rumores o calumnias que vos recogiste y amplificaste?

¿A mí me vas a contar que no sabés que son calumnias? ¿Que creés en los rumores? ¿Que pensás firmemente que… «se va a venir una»? ¡Fenómeno la que se va a venir! ¡Vamos, criatura, que somos pocos y nos conocemos mucho! ¡A mí no me la vas a contar!"




AUDIO: "Sos el pasado que quiere volver". Penúltimo programa de Discépolo


HISTORIA DE "MORDISQUITO"

En 1951, Discépolo es invitado a participar de un programa en Radio Nacional. La emisión, que iba por cadena nacional, se llamaba Pienso y digo lo que pienso, y la idea era que destacadas figuras artísticas de la época pregonaran los logros del gobierno peronista.

A Discépolo el guión le parece malo, piensa que se trata de lisa y llana propaganda política en un año electoral. Pero, lejos de sacarle eL cuerpo al convite, reformula ese guión y crea un personaje que es el estereotipo del gorila porteño, un retrato verosímil del antiperonista de entonces. Mordisquito, un fulano bravo, que se las tenía que ver con él, que también es un jodido, pero encima es peronista.

Es interesante observar lo que Discépolo pone en juego construyendo esos diálogos con Mordisquito. Cuánto y qué pone en la mesa de juego ese hombre esmirriado pero atrevido, enjuto y jetón, pero con estilo.

Es interesante no sólo porque sirve para mensurar la densidad de la dialéctica de aquellos años 40 y 50, sino porque ésa, su apuesta, permite repensar el rol del artista,
del periodista, del hombre de la cultura, de los comunicadores de este presente al que la posmodernidad parece haberles dejado el mandato del no compromiso.

Total, casi todo sería lo mismo y nada parecería definir el nuevo sujeto histórico por el cual valdría la pena soltar la rienda de cualquier apuesta. Sirve para preguntarse si está mal tomar partido. Sirve, acaso, para reflexionar si es cierto que jugarse por una propuesta política afecta la objetividad de esos actores sociales que integran la presente escena cultural. Sirve, seguramente, para constatar que, en el caso de Discépolo, decirlo, decirle a la gente que habían optado por determinado camino, no le impidió pasar a la inmortalidad y le permitió, además, sincerar una relación compleja y asimétrica, en la que una voz puede incidir tanto en la opinión de muchos.

Discépolo pone todo de sí para expresar su apoyo a un gobierno que él piensa que ha venido a redimir las décadas que él padeció como artista y como hombre del campo popular.

No le costó poco. Amigos, colegas del mundo artístico, prohombres de la intelligentzia porteña, críticos periodísticos, todos ellos lo denostaron hasta el insulto y la difamación.

Su talento no sirvió de nada para evitar que la crítica porteña le asestara los mandobles políticamente correctos de aquellos días.

Aquí junto a Carlos Gardel
Discépolo, dirigiéndose a Mordisquito, pero hablándole a esos indignados profetas de la cultura impuesta por el establishment, los interpelaba con esa atrevida y filosa lengua jetona: «La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y prácticas su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no entendés nada; la que te habla claro te parece vulgar».

¿Exagerado? ¿Destemplado? ¿Sectario? El contexto de época ayuda a poner las cosas en su lugar. En un país en el que a un presidente que ganó las elecciones contra casi todo el arco político restante se lo denomina «El Tirano», donde a las mayorías que rescataron de la cárcel a Perón en octubre de 1945 se las llama «cabecita negra» (años después se perfeccionaría ese calificativo y se lo reemplazaría por el más filosófico «aluvión zoológico»), la desmesura es un recurso más de una comunicación ruda, como ruda era la confrontación política del momento. Al fin y al cabo, cada vez que en la Argentina confrontaron —confrontan—dos proyectos de Nación, los tonos de la comunicación resultaron —resultan—destemplados.

Discépolo dejó en esos estudios de Radio Nacional algo más que coraje cívico. Dejó buena parte de su vida.

Poco después, su salud empeoró y nunca se recuperó del todo, hasta su muerte, un 23 de diciembre de 1951.
Ese hombre frágil en apariencia, pero feroz a la hora de sacar a relucir su verborragia militante, le hizo un guiño a La Parca y la obligó a esperar antes de llevárselo.

Discépolo necesitaba disfrutar aquel triunfo peronista de 1951 antes de partir de este mundo. Necesitaba constatar que su Mordisquito había colaborado en la construcción de esa victoria.
Así lo entendió Perón, quién no dudo en afirmar: «Gracias al voto femenino y a Mordisquito, ganamos las elecciones».

«Ahora sí, vamos», le debe haber dicho Discépolo a La Parca. Y partió, dejando a Mordisquito solo, muy solo.

Horacio Çaró
Libro: Relatos radiales de Enrique Santos Discépolo - Mordisquito

Ed. Pueblos del Sur (2006)

Junto a la Comisión de SADAIC visitando a Perón


jueves, 19 de septiembre de 2013

RECORDANDO A DON TRÁNSITO COCOMAROLA

En su homenaje se festeja el Día Nacional del Chamamé



Nació el 15 de agosto de 1918 en un paraje "El Albardón", ubicado a 30 km de esta capital, departamento de San Cosme (Corrientes). Hijo de inmigrante italiano - Felipe Cocomarola- y madre sanluiseña.

Comenzó su carrera profesional a la edad de 13 años. Integró agrupaciones mayores, compuesta de hasta diez instrumentos musicales y vos solista para el canto.


El forma un trío compuesto de un bandoneón o acordeón, el tocaba dos instrumentos alternadamente; y dos voces y guitarras. Así llega el dúo de voces a nuestra música, desde entonces se impuso y es la forma vocal bajo la que prefieren expresarse la mayoría de los conjuntos chamameceros. Hacia 1960 incorpora una vos más y un acordeón que por entonces ya había adoptado definitivamente el bandoneón. Transformándose en el Conjunto de Cocomarola.


Grabó y compuso más de 300 temas de su autoría. También llevó a la fama temas de otros compositores como es el caso de "A Villa Guillermina". Muchos de sus temas han trascendido las fronteras de la patria. Como el caso de "Puente Pexoa" que fue grabado por la   "Boston Pop" -la orquesta de Frank Sinatra y "Kilómetro Once"- Actualmente se liquidan derechos desde Canadá, Estados Unidos, Alemania, Japón, Brasil y México.

Aunque muchos lo consideran un músico tradicional, no lo fue. Ya que incursionó con instrumentos "no convencionales" como el bandoneón y  el acordeón, transformandolos en convencionales por "su uso" en nuestra música.


Quitó la percusión reemplazándola por el "contrabajo" ya que menos estridente, podía acompañar más adecuadamente la síncopa natural de nuestro cantar.

Se distinguió por el respeto con que ejecuto la música de esta tierra , negándose sistemáticamente a las "payasadas" sobre el escenario, ni a realizar temas que ridiculizan al hombre de esta región, lo que le costó muchas veces, no ser convocado a muchos "escenario Mayores del Folklore".

Fue fundador de una escuela chamamecera con la que se identifica este margen del Río Paraná.



Fue solidario y cultivó la amistad de sus contemporáneos. Sus ideales sirvieron de inspiración a quienes trabajan por la "preservación de los valores más auténticos de nuestra identidad" reunidos en la FUNDACIÓN COCOMAROLA.

Cocomarola deja grabados en el sello Odeón 124 temas y en el sello Phillips 250,esto deja demostrado la vigencia de un genio de la música folklórica correntina. Los temas registrados en SADAIC superan dos centenares.



Sin duda, Don Tránsito Cocomarola fue junto a Tarragó Ros y a Ernesto Montiel uno de los pilares del movimiento chamamecero.

Falleció un 19 de septiembre del año 1974.Por Ley N° 3278 del poder Ejecutivo de Corrientes se instituyó esa fecha como “El Día del Chamamé”.



EXCURSIÓN A LOS INDIOS TEHUELCHES...


EL PUEBLO TEHUELCHE, DESDE EL EXTERMINIO HASTA EL SIGLO XX.

Minimizados por la historia, exhibidos como curiosidades humanas, masacrados y objeto de burlas, los tehuelches, habitantes originarios del sur argentino, son el objeto de este libro –en edición bilingüe– del periodista, escritor y docente santacruceño Osvaldo Mondelo. A lo largo de casi 300 páginas, con fotografías y textos recopilados entre 1863 y 1963, Tehuelches, danza con fotos es un recorrido impresionante y devastador, lleno de imágenes extraordinarias e historias que lindan con lo insólito, digno testimonio de un pueblo generoso y perseguido.

Por Carlos Rodríguez


Orkeke, un cacique tehuelche de gran prestigio entre propios y extraños, hizo dos viajes a Buenos Aires. El primero en 1867, cuando fue retratado por un fotógrafo de apellido Loudet, que había viajado al sur del país con la expedición del doctor Nicolás Larrain, amigo personal de Victorino de la Plaza, canciller de Julio Argentino Roca. El segundo viaje de Orkeke fue el 19 de julio de 1883, embarcado por la fuerza, como prisionero de guerra, en la bodega del buque Villarino, de la Armada Argentina. Lo trajeron junto con 17 varones y 37 mujeres y niños. Todos los tehuelches fueron encarcelados en los cuarteles militares de Retiro.

Consumado ya el exterminio de los pueblos originarios, el diario La Prensa se indignó por lo ocurrido: “Como era de esperarse, ha causado la más desagradable impresión el conocimiento de los pormenores de la injustificada prisión de los tehuelches y el despojo de sus bienes”. El diario justificaba que se siguiera persiguiendo a los caciques rebeldes Inacayal y Sahihueque, pero no a una “tribu mansa”, como definía a la gente de Orkeke. Comprendido el “error”, el presidente Roca decidió cambiarles la carátula de un plumazo: de “prisioneros” pasaron a ser “huéspedes”.

Entre otros “agasajos oficiales”, los tehuelches fueron paseados por el jardín zoológico, la curia, el teatro de La Alegría, el café París y los recibió Victorino de la Plaza en la Casa de Gobierno. Una ilustración del periódico satírico El Mosquito ironizó sobre el encuentro: “Orkeke en Casa de Plaza-Entrevista entre indio del norte e indio del sud”. De esa forma se aludía al hecho de que De la Plaza había nacido en el pueblo norteño de Cachi, en Salta.

La historia finaliza como empezó, en una tragedia. Orkeke muere en Buenos Aires. De los suyos, sólo cinco, los más hábiles jinetes, son utilizados para un arreo de animales al sur. Los demás se quedaron varados en Buenos Aires, como fantasmas en el cuartel de Retiro o dispersos por las calles de una ciudad que no los quería. En ese segundo viaje fatal a Buenos Aires, no hay fotografías de Orkeke, y sí de su “chusma”, como decían los diarios porteños. Se sospecha que Orkeke, como jefe del grupo, habría sido maltratado por demás y no era bueno mostrarlo. Por algo falleció al poco tiempo.

A lo largo de casi 300 páginas con fotografías y textos recopilados entre 1863 y 1963, el periodista, escritor y docente santacruceño Osvaldo Mondelo acaba de presentar en Mar del Plata su libro Tehuelches, danza con fotos, una edición bilingüe, español-inglés, con prólogo de Abel Alexander y presentación de la ministra Alicia Kirchner. La obra, además, está dedicada a la memoria de Néstor Kirchner, amigo del autor.

Mondelo resalta que “durante generaciones los tehuelches fueron minimizados en la enseñanza de la historia tanto en los manuales escolares como en los textos de las universidades”. Por consiguiente, la sociedad pionera de la Patagonia y sus descendientes “no aceptaron jamás que la ocupación de un espacio originariamente indígena significó el desalojo de la tierra y la degradación del pueblo tehuelche”.

Anciano desconocido con quillango puesto. 
Foto Carlos Bruch. 1904.


Juan Ginés de Sepúlveda, historiador y eclesiástico, doctorado en Humanidades y cronista del emperador Carlos I, afirmaba que “el indio es un animal frígido, en el que no se nota ninguna actividad del alma”. De allí que europeos y criollos consideraran que los pobladores originarios estaban “muy debajo en la escala humana”.

Las fotografías y los textos recopilados en el libro, salvo muy pocas excepciones, dan debida cuenta de ese preconcepto discriminatorio y del desprecio hacia los dueños originarios de las tierras del sur argentino. Siempre se los emparentaba con el malón, la ignorancia y el alcohol. Si hasta la mítica ginebra Bols tuvo como publicidad la imagen de un tehuelche con la botella abajo del brazo.

Unos pocos expedicionarios o fotógrafos citados en el libro salieron en defensa de los perseguidos: “Es verdaderamente inconcebible lo que sucede; diríase que pesa en ellos una maldición divina; son los propietarios de la tierra en que habitan y esa tierra no les pertenece, ni siquiera poseen una parcela donde puedan descansar al término de la jornada; han nacido libres y son esclavos”, escribió en 1879 Ramón Lista. Sin embargo, el mismo Lista, un militar nacido en Salta que fue el segundo gobernador de Santa Cruz, protagonizó varias matanzas de onas (hombres, mujeres y niños) en Tierra del Fuego, en 1886.

Algunas de las imágenes más fuertes del libro tienen que ver con los viajes a Europa y Estados Unidos que fueron obligados a hacer los tehuelches, mostrados como atractivos exóticos, como en la ficción se hizo con King Kong o La Criatura creada por el doctor Frankenstein. Uno de los espectáculos más denigrantes se ofreció del 30 de abril al 1º de diciembre de 1904 en Saint Louis, Estados Unidos, durante la llamada Exposición Universal. La prensa gráfica documentó la presencia de “patagones gigantes”, mostrándolos al lado de enanos llevados desde Filipinas.

Awaik, “gigante filipino”, y Casimiro o Gíshgo.
 Estados Unidos, 1904.



Mientras los atletas “blancos” participaban de los Terceros Juegos Olímpicos, los tehuelches competían con “otros pueblos primitivos”: esquimales, sioux y “ejemplares nativos” de Africa y Filipinas, en especialidades como “lazo, arco, lanza y saltos”. En ese marco, la fotógrafa Jessie Tarbox Beals hizo posar a los “gigantes” tehuelches Awaik y Casimiro con un enano filipino vestido con traje al estilo europeo. Lo más destacable de la exposición fue el toque “exótico”, coincidieron los diarios norteamericanos.

Claro que los tehuelches, una vez confinados a sus reservas lejos de la “civilización”, también causaban la misma atracción “exótica” en su propio país. Los caseríos donde vivían los “blancos” eran los lugares donde los pueblos originarios hacían trueque con bolicheros y comerciantes. Cambiaban pieles de pumas, guanacos, zorros y plumas de avestruz por azúcar, yerba, telas, café, tabaco, aguardiente. Abundan las fotos sobre estas visitas a los pueblos del sur, lo que demuestra que los tehuelches se habían convertido en foráneos en su propia tierra.

Con los únicos que pudieron tener una relación normal los tehuelches fue con los galeses instalados desde fines del siglo XIX en Chubut. “Un día el cacique se aventuró a sugerir que los jóvenes galeses podían salir con él a cazar avestruces y guanacos: (...) “vengan conmigo –dijo (el cacique) Francisco–, yo les prestaré caballos y perros, y les mostraré cómo rodear y atrapar esas criaturas rápidas y astutas de la Pampa”, escribió en sus memorias el reverendo William Rhys.

Para devolver la gentileza, las mujeres galesas “les habían enseñado a amasar a las mujeres indias”, dado que “los indios habían desarrollado una gran afición por el pan”. La amistad quedó sellada en una foto en la que se ve al galés Lewis Jones rodeado por un grupo de tehuelches.

Juan Bautista Contardi
 y el cacique Chümjal (u) wun (José Mulato). 1904.
Otra faceta de la humillación y la burla de la que eran objeto los tehuelches, en este caso por las autoridades, fue la designación, en 1906, del cacique Silcacho, como “gendarme encargado de la policía de su comunidad”. El cargo y la indumentaria le fueron otorgados por el gobernador de Santa Cruz, Mariano Candioti, para que impusiera “el orden” ante la presencia de “mercachifles” dedicados a la venta de alcohol en la reserva. Ese mismo año, la Jefatura de Policía pidió “se les dé la baja a los agentes indios Ignacio Circacho (sic), Segundo Circacho y Dámaso Circacho, por ineptos e incompetentes”.



Se los acusaba de abandonar el servicio para ir a trabajar de esquiladores a la estancia de Lago Argentino. En numerosos escritos de época, a los originarios se los llamaba “vagos y malentretenidos”. Cuando trabajaban, en cambio, se los tildaba de “ineptos e incompetentes”. El libro es un muestrario inacabable de persecuciones, maltrato, desprecio.

El autor, Osvaldo Mondelo, recordó –citando a Eduardo Galeano– que a principios del siglo XV, en la América precolombina, había entre sesenta y setenta millones de habitantes indígenas. Unos trece millones de ellos estaban radicados en la región andina y hacia el sur, más allá del estrecho de Magallanes, hasta Tierra del Fuego.
En 1680, doscientos años después, en la misma zona quedaban apenas cuatrocientos mil. En 1880 eran sólo cuarenta mil. El exterminio fue para robarles “la tierra que ocupaban”. El genocidio se justificó diciendo que eran “un escollo para el progreso”.


Tehuelches. Danza con fotos
Osvaldo L. Mondelo 287 páginas.























FUENTE: Página 12