sábado, 31 de agosto de 2013

ELADIA BLÁZQUEZ - Honrar la vida


El 31 de agosto de 2005 fallecía Eladia Blázquez, cantante, compositora y letrista argentina de tango, considerada la poetisa de dicho género.







Eladia Blázquez nació un 24 de febrero de 1931 en Gerli, provincia de Buenos Aires y en 1970 grabó su primer disco de tango, irrumpiendo en el machismo tanguero cuando este género se encontraba en plena crisis.

Se consagró como pianista y guitarrista y la apodaban la "Discépolo con falda", debido a su gran talento para escribir.



Fue autora de "Sueño de barrilete", "Contame una historia", "Mi ciudad y mi gente", "Domingos de mi ciudad", "María de Nadie", "Si Buenos Aires no fuera así", "Con las alas del alma", “Prohibido prohibir”, “Honrar la vida” y tantos otros temas.

Fue nombrada Hija dilecta de la ciudad de Avellaneda en 1988 y Ciudadana Ilustre de Buenos Aires en 1992 y recibió el Premio Konex de Platino en 1995 y 2005, ambos como mejor Autor/Compositor de Tango de la década en la Argentina.

Murió a los 74 años debido a un cáncer terminal que padecía desde varios años antes.

Fuente: Argentina.ar



viernes, 30 de agosto de 2013

Energías renovables y tecnologías bioclimáticas en viviendas sociales


El INTI participa de un proyecto para la utilización de energías renovables y tecnologías bioclimáticas en viviendas sociales. Esta iniciativa contempla la construcción de 128 casas piloto y se llevará a cabo en siete provincias.


El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) participa de un proyecto para integrar la tecnología bioclimática a la construcción de viviendas sociales. Esta convocatoria, liderada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable y la Subsecretaría de Desarrollo Urbano, busca lograr una reducción del consumo de energía aplicando técnicas de eficiencia energética y energías renovables. La idea es construir 128 viviendas piloto en el país, donde a través del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés) se obtendrá una donación de 10 millones de dólares para financiar este proyecto.


La construcción de las viviendas será realizada en Salta, Tucumán, Formosa, Mendoza, Buenos Aires, Chubut y Tierra del Fuego, por los respectivos Institutos Provinciales de Vivienda (IPV) y financiadas por la donación. El INTI tendrá a cargo la especificación del equipamiento para el monitoreo in situ de las viviendas y la capacitación de personal para su realización a lo largo de un año. Concretamente, el Centro INTI-Construcciones se encargará de los aspectos de diseño y monitoreo de las viviendas construidas, mientras que INTI-Energía realizará su aporte en la evaluación de eficiencia energética y energías renovables, para las distintas regiones bioclimáticas representadas por siete provincias en el proyecto.

El INTI participa de un proyecto para la utilización de energías renovables y
tecnologías bioclimáticas en viviendas sociales. Esta iniciativa contempla
la construcción de 128 casas piloto y se llevará a cabo en siete provincias.

El ingeniero Vicente Volantino, subdirector de INTI-Construcciones, explicó: “Es sabido que el comportamiento térmico y energético de las viviendas de interés social es bastante bajo. La idea es el mejoramiento de estas viviendas para una futura construcción, proponiendo que se va a lograr una reducción del consumo de energía por aplicar técnicas de eficiencia energética y energías renovables”. El problema, según el experto, no es solo la calidad de los materiales, sino que desde el punto de vista térmico “no se cumplen con las expectativas mínimas de calidad de vida de los ocupantes”; por ejemplo, la no utilización de aislación térmica en las paredes y en los techos deriva en un consumo excesivo de energía para aclimatar las viviendas.

Siete provincias, seis zonas bioambientales, 128 casas

Este proyecto contempla cuatro grupos de viviendas. En el primero, se busca mejorar las características térmicas del envolvente (muros y techos) con respecto a las viviendas que ya se están construyendo, midiendo los datos que resultan de la interacción entre la casa y sus habitantes; mientras que en un segundo grupo se realizan idénticas mediciones pero en viviendas deshabitadas.

Un tercer grupo de casas tiene pautas de diseño bioclimático, con lo que cambia la morfología y tipología respecto a lo que ya se construyó. “Se aprovechan los recursos naturales. Por ejemplo, se colocan ventanas con captación solar beneficiosa para climas fríos, o en caso contrario, se usa protección solar para climas cálidos. Otra forma es utilizar vegetación, o que los locales principales estén orientados con preponderancia al norte, y las áreas de servicio al sur”, comentó Volantino. Por último, en el cuarto grupo de casas, se aplicarán energías renovables, donde la mayoría usa colectores solares para el calentamiento de agua.

El objetivo de todo este trabajo es medir qué ahorro energético permiten estas distintas tecnologías. Se medirán la temperatura y humedad relativa en los principales ambientes de las casas, para evaluar en qué condiciones de confort viven las personas, y verificar si existe sobrecalentamiento o subenfriamiento. Además, se medirán los consumos de gas, electricidad y agua. Otra parte importante que se realizará es la evaluación de los potenciales incrementos de los costos, que en algunos casos pueden llegar hasta el 20%, aunque la intención del Proyecto GEF es disminuirlos al mínimo posible.

Manos a la obra

Los Institutos Provinciales de la Vivienda (IPV) serán los encargados de la construcción -aunque contarán con un fuerte apoyo por parte del INTI-, y también tendrán a su cargo la operatoria y los pliegos de especificación para la contratación de las empresas constructoras. En lo que hace al proyecto, el Instituto capacitará no sólo a los habitantes de las viviendas para que puedan aprovechar al máximo las potencialidades energéticas de las casas, sino también al personal de los IPV para que puedan llevar a cabo el monitoreo y medición requerida. Una vez que esos datos estén recogidos, el INTI se encargará de la evaluación final.


20-05-2013



La Universidad Obrera Nacional

El peronismo y la educación


En 1953 se inaugura la Universidad Obrera Nacional creada en el año 1948 a través de la Ley 13229 del 19 de septiembre de ese año, teniendo su sede en la calle Medrano 951, de la ciudad de Buenos Aires.


El mensaje del proyecto enviado por el Poder Ejecutivo e ingresado a la Cámara alta detallaba que el proyecto tendría dos cometidos fundamentales: “…el de coadyuvar en la recuperación económica del país permitiendo que la industria nacional sea dirigida por técnicos argentinos y realizada por obreros argentino y también posibilitar a los trabajadores  escalar posiciones que antes les fueran ordinariamente denegadas”.
Para el ingreso a la U.O.N. además de la condición de obrero, se requería acreditar título de Técnico de Fábrica o de escuelas Industriales del Estado. Los estudios duraban cinco años y se egresaba con el título de Ingeniero de Fábrica.
Los objetivos, además de la capacitación profesional de los obreros como una reivindicación social, era la de satisfacer las necesidades de la creciente industria, proveer a la enseñanza técnica de docentes formados en la experiencia del taller, asesorar en la elaboración de planes y programas de estudio de los ciclos inferiores y en las tareas de organización, dirección y fomento de la industria nacional, promoviendo a su vez la investigación.
Estaba organizada en facultades regionales en todo el País, siendo su sede central la Facultad Regional Buenos Aires. Simultáneamente se pusieron en marcha en Santa Fe, Rosario y Córdoba, sumándose posteriormente las de Mendoza, Bahía Blanca, La Plata, Tucumán y  Avellaneda.
Los decanos de estas facultades cumplían con la condición de obreros exigida por el Reglamento de la Universidad y la mayoría provenía del gremialismo.
Las distintas facultades se especializaron en Construcciones de Obras, Hormigón Armado, Obras Sanitarias, Construcciones Mecánicas, Automotores, Transportes y Mecánica Ferroviaria, Instalaciones Eléctricas, Construcciones Electromecánicas, Construcciones Aeronáuticas, Industrias Textiles, Industrias Químicas, Construcciones Navales, Mecánica Rural, Electrotécnica, Construcciones Antisísmicas y Telecomunicaciones.
Fue sorprendente la cantidad de aspirantes, ya en 1953 ingresaron 676 alumnos y en 1955 la cifra se elevó a 1.956. El espacio que la Universidad Obrera Nacional generó fue ampliándose a través de  la creación de dependencias nuevas, como lo fueron la Federación Argentina de Estudiantes de la U.N.O., su Oficina de Prensa y Difusión, el Instituto de Extensión Cultural y Técnica, el Departamento Técnico y Didáctico y la Secretaría Gremial de la universidad.
Posteriormente al golpe de 1955, la U.O.N comenzó a ser llamada Universidad Tecnológica Nacional, y con ley de 1959 tomó definitivamente esa denominación.
El presidente Perón ya había manifestado en 1943, “…hemos de crear la Universidad Obrera para formar los técnicos del porvenir…”. Con su apertura  se abría a sectores hasta entonces marginados del ciclo universitario nuevas expectativas, y les daba la esperanza de integrar un ámbito que tradicionalmente le era hostil a sus posibilidades de futuro.
La Universidad  Obrera habría así de modificar una situación absurda: la de un país que perseguía su desarrollo industrial independiente, pero que formaba todo tipo de profesionales más que técnicos.
Los vaivenes políticos posteriores a 1955 no pudieron tapar la importancia fundamental que para nuestro país significó la Universidad Obrera Nacional, y a pesar de la asfixia presupuestaria que padeció y la lucha por la subsistencia permitió con su permanencia el posterior crecimiento de su ámbito y que hoy conocemos como Universidad Tecnológica Nacional., que con sus treinta sedes a lo largo del país es la universidad más federal, representando un formidable potencial único en su tipo en el País.
Como lo expresara en el debate en la legislatura (1948) el diputado Bustos Fierro consignó que la Universidad Obrera “… otorgaba a la clase proletaria aquello que le había sido secularmente negado: el acceso al mundo de la técnica, de la ciencia y de la cultura…” y el diputado  Ricardo Guardo finalizaba su disertación diciendo “…la Universidad Obrera como continuación de la enseñanza de oficios, abre para todos los hogares argentinos el camino de la superación…”. El Estado brindaba así en forma concreta la posibilidad de cultivar el grado natural de inteligencia de cada uno de los habitantes del país, para que el saber esté al alcance tanto de los más modestos como de los más poderosos.
De esta forma, se completaban todos los ciclos para la formación de operarios especializados,  técnicos (Escuelas Técnicas) sumando ahora el nivel terciario, indispensables para acompañar y nutrir con mano de obra y profesionales nacionales el proceso de industrialización y crecimiento acelerado que se daba en nuestro país.
A sesenta años de su fundación puede comprenderse y valorarse la iniciativa del gobierno del General Perón y sus colaboradores, convirtiendo a la Universidad Obrera Nacional  en la herramienta fundamental para la educación de las  generaciones que de allí egresaran y que hoy continúa formando, otorgando títulos que alcanzan el mayor prestigio profesional.

José María Di Giorno
[Texto gentileza de Rodolfo Brieba]


Fuente: Agenda de Reflexión





miércoles, 28 de agosto de 2013

CONSECUENCIAS DE LA POLÍTICA DE DESTRUCCIÓN TECNO-PRODUCTIVA DEL ÚLTIMO GOBIERNO MILITAR


Represión, liberalización y desindustrialización


IME fue en los ’50 la primera empresa de un país periférico en diseñar y producir localmente automotores; en 1980, a partir de un informe manipulado, fue cerrada para beneficiar a las automotrices transnacionales que apoyaban al gobierno militar.

Por Facundo Piceaba (*)


A comienzos de la década de 1950 se creó la empresa Industrias Aeronáuticas y Mecánicas de Estado (IAME, luego IME), punto de partida de una estrategia para promover una industria automotriz integrada localmente. IME fue la plataforma tecno-económica para la radicación de empresas extranjeras como Kaiser, Fiat y Mercedes Benz, las primeras del complejo automotor argentino. El control e intervención estatal en la economía promovieron la industrialización a través de un modelo de acumulación redistributivo y proteccionista.

Sin embargo, a mediados de la década de 1970, la dictadura militar inició un proceso nacional de desindustrialización y destrucción tecno-productiva.

Los economistas “de facto” justificaron la apertura comercial como una “liberación” de la acción de los agentes económicos que depuraría y actualizaría la estructura tecno-productiva. Lo que ocurrió finalmente fue una transformación del modelo de acumulación a partir de la valorización financiera, desindustrialización y privilegios para el nuevo poder económico.

Desarticulación del modelo industrialista


En 1976, el Estado fue ocupado una vez más en la historia argentina por un gobierno de facto, producto de una coalición cívico-militar. A diferencia de los gobiernos militares que se alternaron en el poder desde 1943, el gobierno conformado el 24 de marzo de 1976 no consideró estratégica la industrialización del país. Por el contrario, el gobierno militar operó como custodio de una fracción dominante que diseñó una política económica monetarista basada en medidas de apertura de los mercados de bienes y de capitales, de reducción arancelaria, especulación financiera, inflación estructural y reducción de incentivos a la producción local, que operaron en contra del modelo de industrialización por sustitución de importaciones. El gobierno modificó el régimen de promoción y protección a la producción manufacturera local y se produjo una severa caída de la participación de los asalariados en el ingreso, cambios terminales para un modelo de desarrollo tecno-productivo mercado-internista.

La liberalización de la economía promovió el ingreso indiscriminado de productos y tecnología importados más baratos que los nacionales que, en una espiral inflacionaria que quebró la cadena de pagos, desestructuraron la trama industrial construida durante treinta años.

La apertura afectó al sector pyme como a empresas grandes de capitales locales, en general especializadas y no integradas en grupos económicos. La salida de la sustitución fue abrupta, lo que impidió a la industria nacional comprender el proceso e intentar diseñar estrategias tecno-productivas para hacerle frente.

La modificación del régimen de promoción industrial fue el principio del quiebre del modelo sustitutivo: se liberaron las importaciones; se eliminaron los subsidios y la protección al sector pyme; se eliminaron las líneas de crédito público; se impuso un modelo financiero que llevó a la quiebra a un gran número de empresas; se redujo el salario real y se eliminó progresivamente empleo industrial bien remunerado. En el caso del sector automotor, se concentró la industria terminal, lo que le dio mayor poder de negociación frente a una industria autopartista pyme en retroceso.

IME, estabilizada y en crecimiento


En 1974 la participación del mercado de utilitarios de IME era similar a la de Ford y Chevrolet y se mantuvo constante hasta 1978, cuando se modificó la política industrial.

Como se observa en el gráfico, Chevrolet también fue perjudicada y en 1978 abandonó el país. Por el contrario, en 1980, con el mercado a su disposición, Ford triplicó su producción de utilitarios e inauguró una nueva planta a la que asistió Martínez de Hoz.



En 1979 IME era una empresa estabilizada que preparaba un joint venture con Peugeot y un plan de producción para consolidar a la empresa como la fábrica nacional de vehículos para el trabajo. Sin embargo, en abril de 1980 el gobierno militar consideró que IME era inviable y la cerró. Se nombró una Comisión Liquidadora, que en 1981 elaboró un informe a partir de datos manipulados para justificar la medida irreversible. Un ejemplo de ello fue contemplar como pasivos que justificaban el cierre los enormes costos de las indemnizaciones a trabajadores y proveedores, que eran una consecuencia del mismo.

El cierre de una empresa como paráfrasis del fin de un modelo de desarrollo industrial


A mediados de la década de 1970, el gobierno de facto estaba enfocado en la consolidación del cambio en el modelo de acumulación. El cierre y liquidación de IME en poco más de dos meses fue una medida intempestiva e injustificable a partir de la posición en el mercado o la situación contable de la empresa, pero completamente lógica de acuerdo con el objetivo del gobierno militar.

En un escenario apoyado en la valorización financiera como eje de la acumulación del bloque dominante, una empresa pública y especializada en la producción automotriz no se adecuaba al modelo diversificado y concentrado impuesto por el gobierno militar. Ello implicó el cierre definitivo de la planta y de lo que quedaba del proyecto metalmecánico de desarrollo local de capacidades económicas y tecnológicas.

El cierre de IME, empresa fundadora de la industria automotriz nacional en la década de 1950, es un ejemplo más de la política económica antiindustrialista de la dictadura cívico-militar que dirigió el proceso de destrucción tecno-productiva más grande de la historia argentina.


* Investigador Conicet/UNQ

Sábado 24 de agosto de 2013




martes, 27 de agosto de 2013

El hombre que reveló la verdadera historia argentina



JOSÉ MARÍA ROSA

 

Se suele decir que José María "Pepe" Rosa fue el creador del revisionismo histórico o, con mejores razones, el gran divulgador de esa corriente que denunciaba la falacia de la Historia Oficial. Sería más apropiado señalar que con él, la interpretación revisionista de nuestro pasado puso al pueblo como protagonista principal.

Fue, desde el primer momento, uno de los principales representantes de esta corriente. Pero fue la experiencia peronista, y su propio compromiso personal, lo que lo llevó al riesgo de ser fusilado, y al exilio en Uruguay y España, donde completaría la formación de su personalidad de historiador y de político.

Abogado y profesor universitario, nació en Buenos Aires el 20 de agosto de 1906, en el seno de una familia tradicional. Su abuelo José María fue Ministro de Hacienda de Julio Roca y de Roque Sáenz Peña.

Se recibió de abogado a los 20 años y luego de un breve ejercicio de la profesión y de desempeñarse como juez de instrucción, se dedicó a la enseñanza, en cátedras universitarias y secundarias. De su experiencia como juez en Santa Fe nació su primer libro "Más allá del código", una de las obras en que no se ocupa de la Historia. Trata de algunos de los casos que trató como juez. Sin embargo, en ellas se pueden descubrir los valores que habría de mantener a lo largo de su vida pública. Siempre trató, como él mismo recordaba, de “dar a cada uno lo suyo, según su ciencia y su conciencia (que) es cosa de dioses.”

Su militancia política comenzó en las filas de la Democracia Progresista, en
los años treinta, una época que no se caracterizó por el respeto por la soberanía popular. Pero su destino lo llevó al encuentro con el pueblo real.

Había nacido y se había criado en un ambiente que lo destinaba a ser, como solía recordar, antiyrigoyenista –es decir contrario a la corriente popular- y anti federal, lo que lo instalaría entre los que abominaban de Don Juan Manuel de Rosas. Su amor a nuestra historia y su profundo patriotismo lo hicieron descubrir al defensor de la Soberanía. Al héroe de Obligado. Al que no aflojó un tranco de pollo a los imperios gringos y que se ganó el sable de San Martín. Del que el propio Libertador nunca había dudado “que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado de la cuerda… cuando se trataba del honor nacional.” Todavía en Santa Fe y junto con otros estudiosos de la historia fundó en 1938 el "Instituto de Estudios Federalistas", desde donde se dictaron conferencias, se establecieron lazos con entidades similares en el país y en el exterior y a través de ellas se perfilo una vigorosa corriente de los que buscaban "revisar" la historia y sobre todo mirarla desde un ángulo social.

Y un 17 de octubre se encontró con “mi gente (la que) sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, era el pueblo argentino… tantas veces mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios... No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí dónde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos”.

Aquí junto a Arturo Jauretche, otro de los grandes
pensadores de la Argentina del siglo XX
Y desde entonces marchó junto a ese pueblo. Comprendió que se había cumplido la profecía de Fierro “Hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar”, y se abrazó a esa causa con el fervor que lo llevaría a la cárcel, al exilio y a ser hombre de confianza de Perón.

Tras un segundo libro al que nunca apreció especialmente, “Interpretación Religiosa de la Historia", en 1942 publicó su primer obra de historia argentina, "Defensa y Pérdida de nuestra independencia Económica", principio de una larga serie de publicaciones. En 1945, ya sumado a la naciente corriente nacionalista de pensamiento y acción política, debió trasladarse a Buenos Aires por desinteligencias con el rectorado y algunos centros de estudiantes, fruto de su militancia política e histórica. Centró su actividad en la Universidad de La Plata, ejerciendo también la cátedra en colegios secundarios. Por entonces publicó "Nos Los Representantes del Pueblo", "La Misión García ante Lord Strangford" y "El Cóndor Ciego".


La llamada "Revolución Libertadora" lo dejó cesante y lo encarceló por haber dado refugio a su amigo John W. Cooke La acusación: corromper a la juventud con su "rosismo". Luego de varios meses de prisión salió para militar, enrolándose en el fallido y trágico intento del General Valle el 9 de junio de 1956. La asustada reacción del gobierno "gorila" de entonces lo buscó para fusilarlo pero consiguió pasar a Montevideo y de allí, aceptando una invitación del Instituto de Cultura Hispánica, viajó a España donde permaneció hasta 1958, ejerciendo el periodismo y dando conferencias en distintos ámbitos. Allí publicó “Del Municipio Indiano a la Provincia Argentina”, profundo análisis de la historia institucional de nuestro federalismo, y su monumental y definitoria “La Caída de Rosas”, originalmente llamada Caseros, nombre que debió abandonar por que en España –donde se publicó originalmente- todos supondrían que sería un libro sobre los encargados o porteros de los edificios. Vuelto a la Patria, se mantuvo de lo poco que le producían sus publicaciones y eventuales cursos de historia, que daba en sindicatos de todo el país. Su actividad tenía como marco el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, del que fue presidente en varias oportunidades. De esa época son sus libros "Rivadavia y el Imperialismo Financiero" y "Francisco Solano López y las montoneras Argentinas".

A raíz de esta última publicación fue muy apreciado en el Paraguay, a donde
era invitado a dar conferencias o a eventos relacionados con el prócer máximo de la patria guaraní. Mientras tanto participó de la Resistencia Peronista convirtiéndose en uno de sus referentes más respetados y queridos. Es en ese período que el peronismo, antes indiferente, toma con entusiasmo las banderas revisionistas y las hace suyas.

El 17 de noviembre de 1972 integró la comitiva de notables que acompañaron el retorno de Perón en el vuelo charter del avión Giuseppe Verdi. Para entonces ya se había publicado su Historia Argentina en 13 tomos, a los que luego de su muerte se le agregaron ocho más. El General Perón, dispuso que se hiciera cargo de la embajada en Asunción, por su bien ganado prestigio en Paraguay. Muerto el Líder fue designado en la embajada en Atenas, donde permaneció hasta el golpe militar de 1976. Regresó a Buenos Aires, donde sus libros eran retirados de las bibliotecas y su nombre puesto en un "cono de silencio". Pero el viejo luchador no se resignaba a quedarse de brazos cruzados. Ya viejo, no se refugió en el gabinete del intelectual, sino que dirigió la revista Línea "la voz de los que no tienen voz”. El propósito fue mantener viva la llama del pensamiento nacional y mostrar que subyacía otra Argentina llamada a renacer. En sus páginas llamó pendejos, a los jueces de la dictadura, aunque poniendo la expresión en boca del rey Alfonso el Sabio, y los tildó de subversivos y corruptos, lo que le valió una querella por injurias, que le iniciaron Videla, Massera y Agosti.

Los chacales no se atrevieron a desaparecerlo, pero así como se había jugado la vida con Valle contra los fusiladores de 1956, seguía poniéndose en la línea de fuego, cuando los dirigentes políticos actuaban con comprensible prudencia, porque los castigos eran terribles. Cuenta Alberto González Arzac, su abogado: “Íbamos a las audiencias como quien va a la guerra,… (lo recibía) un juez del proceso que presentaba en todas sus paredes fotos de él codeándose con almirantes, generales y brigadieres. … Y ¿cuál era la reacción de Don Pepe? … no perdía el humor y decía ‘El gobierno del Partido Militar’… A mí me corría frío por la espalda y él ni se inmutaba… todavía desaparecían personas… y ¡Don Pepe, con ese par de pelotas que tenía, manifestándose allí de esa manera!”.



Su última batalla, que le costó el alejamiento de algunos amigos "nacionalistas" cortos de vista fue sobre la cuestión del Beagle, que casi nos había llevado a una irreparable guerra entre hermanos.

Ahora, cuando más vivimos los valores que defendió, los hombres de la historia establecida lo quieren condenar al peor castigo que puede sufrir un historiador: borrarlo de la memoria. Pero si nuevamente han venido un criollo, y una criolla –antiguos discípulos suyos- “en esta tierra a mandar”, como anunciaba Martín Fierro, es hora de rescatar aquel reconocimiento de 1969, que hemos visto renglones arriba, y que decía: “los argentinos tenemos con usted una inmensa deuda de gratitud, por habernos puesto en el verdadero camino de la Historia Patria y habernos evitado la vergüenza de seguir transitando entre falsedades e injusticias.” Juan Perón

Enrique Manson. Diciembre de 2012
(Con importantes elementos aportados por el hijo del prócer, Eduardo Rosa)


Carta de Juan Perón a José María Rosa (1969)



Madrid, 30 de noviembre de 1969

Señor Dr. D. José María Rosa
Buenos Aires

Mi querido amigo:

Por manos y amabilidad del compañero Don Osvaldo Agosto he recibido sus libros “La Guerra del Paraguay” y “Fraudes y adulteraciones en La Caída de Rosas” y deseo agradecerle el recuerdo y el saludo que retribuyo con mi mayor afecto. 
Los argentinos tenemos con usted una inmensa deuda de gratitud por habernos puesto en el verdadero camino de la Historia Patria y habernos evitado la vergüenza de seguir transitando entre falsedades e injusticias.

Sé que está fuerte, bien y en la lucha lo que para mí es un gran placer. Quiera Dios que un día no lejano pueda sintetizarle en un abrazo toda mi admiración y mi cariño.

En cuanto lea sus libros le escribiré más largo. Ahora estos muchachos están apurados por regresar.

Un gran abrazo.

Juan Perón









lunes, 26 de agosto de 2013

Libro sugerido: RIVADAVIA Y EL IMPERIALISMO FINANCIERO


Obra clave de José María Rosa para entender la deuda externa argentina



Reseña del libro: RIVADAVIA Y EL IMPERIALISMO FINANCIERO




A fines del siglo XVIII la revolución industrial hacía de Inglaterra una nación en plena expansión, necesitada de mercados consumidores.


Su doctrina, el liberalismo se encargaría de ello con más eficacia que la acción armada. Para esto nada mejor que condicionar la mentalidad de hombres como Rivadavia, fácil presa de las ilusiones del progreso y de los buenos negocios para concretar los designios del Imperio.

En Rivadavia y el imperialismo financiero hallará el estudioso la lucha sórdida de la banca inglesa en el período 1821-1824, los monopolios con capitales británicos, los empréstitos, la tierra hipotecada, y por sobre todo, encontrará explicada la verdad que encerraba la enfiteusis, obra del gobierno rivadaviano.

José María Rosa, historiador argentino, abogado y profesor universitario, fue uno de los más respetados y consultados historiadores revisionistas. Se recibió de abogado a los 20 años, y, luego de llegar rápidamente a juez de instrucción, se dedicó a la enseñanza en escuelas secundarias y universidades, y comenzó su militancia política.

La llamada Revolución Libertadora lo cesanteó y lo encarceló cuando detuvieron a su amigo John W. Cooke, a quien había dado refugio en su casa -insólitamente, se lo acusaba de "corromper a la juventud con su rosismo".

Luego de varios meses en prisión, viajó a España donde permaneció hasta 1958, ejerciendo el periodismo. Volvió años después, para escribir en diversas publicaciones y dictar cursos de historia en el marco del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, entidad de la que fue presidente en varias oportunidades. En esa época se editó por primera vez Rivadavia y el Imperialismo Financiero.





EL HOMBRE PARA EL QUE LA LITERATURA ERA CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE...

Roberto Arlt según Conrado Nalé Roxlo


Cómo nacieron los personajes más famosos de Arlt, de dónde surgía su literatura, cómo era en la intimidad. Estas y  otras sabrosas anécdotas cuenta Conrado Nalé Roxlo - de cuya muerte acaban de cumplirse 42 años - en sus memorias. 

Por Edgardo Lois

Conrado Nalé Roxlo y Roberto Arlt - Ambos escritores se
conocieron hacia finales de 1917 o comienzos de 1918,
en la publicación La Idea, del porteño barrio de Flores.
 Yo no me explico cómo una revista seria como es Caras y Caretas publica junto a versos de grandes poetas como Baudelaire y Verlaine, los de un mediocre como el señor Visillac, y usted disculpe, señor Visillac."

El pensamiento vertido en voz alta y clara pertenece a Roberto Arlt. Ocurrió en la tertulia de la publicación La idea, de Flores. En ese lugar, hacia finales de 1917 o a principios de 1918, Conrado Nalé Roxlo conoció a Arlt.

Nalé Roxlo (15 de febrero de 1898 - 2 de julio de 1971) publicó sus memorias por entregas, textos que en 1978 editó la editorial Plus Ultra como Borrador de memorias. Entre las anécdotas y personajes recogidos, sustanciosos desde muchos puntos de vista, sobresale la pista de Arlt. Seguir el recorrido del joven Roberto se hace inevitable.
Nalé Roxlo lo describe en esos primeros encuentros en La idea: "(…) Roberto Arlt se mostró tal como le he visto siempre –sin que el tiempo y la vida modificara nada de lo esencial–, rico de fantasías, de deseos, de invenciones, de raros conocimientos y originales ignorancias, bebiendo los vientos de la vida nueva con avidez de bárbaro, con ansia de enamorado, con hambre de niño; mirando el mundo con ojos tan nuevos, que el mundo parecía rejuvenecer para ponerse a tono con él, descubriendo el idioma con golosa fruición, queriendo forzar el misterio de las almas, no importa si con amor o con violencia…"

El memorioso cuenta que había sido exceptuado del servicio militar porque no

daba el peso. Como buen romántico partió a Paraguay dispuesto a morir en soledad. Trabajó en un almacén de ramos generales en donde no lo dejaban leer en los momentos libres.

Recibió una carta de Arlt que constaba de "treinta y ocho páginas de papel de envolver", y la llevó al negocio. El dueño lo acusó de copiar el libro para leerlo en el negocio. Sin dudas, un creativo. Nalé explicó que era una carta y la entregó para que Sherlock Holmes la leyera.

Detalles de la carta: "Traía un breve introito personal y todo lo demás era de este jaez: 'He conocido a un morfinómano. Se llama Astier de Villate' y contaba la historia del decadente caballero de Villate (años después escribió una novela semanal con ese personaje de protagonista). Otras páginas estaban dedicadas a lo que dice Paracelso sobre los dragones; otras a transcribirme algunos horrores de El jardín de los suplicios, de Octavio Mirbeau. (Arlt era gran lector de Mirbeau, quien tuvo alguna influencia en su obra). Y todo por el estilo, con el agregado de proyectos literarios y de inventos con los que pensaba hacerse rico. Roberto Arlt escribía en aquel tiempo con letra pequeña y apretada y a una velocidad casi mecánica. A nadie he conocido que escribiera y leyera tan rápidamente como Arlt."

En estas memorias hay datos sobre ciertas elecciones de Arlt, de qué manera mezclaba realidad y fantasía, y cómo a veces mezclaba poco y nada. Nalé aclara que el Gregorio de Laferrere a quien se refiere, amigo y compañero de trabajo en el diario La Voz, no era el gran comediógrafo, sino uno de sus hijos. Y luego revela: "A título de curiosidad literaria, diré aquí que Roberto Arlt hizo de él un ajustado retrato físico en Los siete locos donde aparece como el buscador de oro."

En esto de dar con personas de carne y hueso que terminan dentro de un libro, Nalé cuenta que Eduardo E. Molina, médico, amigo y "su lector de cabecera" le presentó a Ergueta, el farmacéutico de Los siete locos. Cuenta Nalé: "Ergueta Márquez era un hombre adiposo, de nariz carnosa y pálida que le caía sobre los abultados labios; la mirada adormecida bajo pesados párpados". ¿Fue amigo de Arlt?, preguntó Nalé. "¡Amigo, amigo! ¿Usted cree que un amigo hace lo que él me hizo? ¡Sacarme los trapitos al sol en una novela aprovechándose de mis confidencias!" Pero él no lo nombró, arrimó Nalé. "Pero todo el mundo me reconoce." ¿El retrato era verdadero?, preguntó. "Lo único verdadero es la palabra de Dios que está en la Biblia. (…) En cuanto a Arlt ya ha sido castigado desde el cielo." Cierra Nalé: "Y se lanzó en una perorata, mechada de versículos bíblicos, confusas y terribles profecías. Era un delirante lúcido, que sacado de su misión mesiánica, habla cuerda y tranquilamente de todo lo demás. Creo que Ergueta es uno de los personajes más acabados de Arlt, una de sus más incorruptibles creaciones. Una vez más la criatura sacada de la nada se volvía airada contra su creador."

Lo mismo ocurrió con Palumbo, el librero de viejo de la calle Corrientes, Arlt lo retrató en El juguete rabioso. Sigue Nalé: "Arlt tenía la costumbre, que si le dio muy buenos resultados literarios, a los interesados les hacía muy poca gracia, de tomar a las gentes tal cual eran y echarlas a rodar por las páginas de sus libros." Nalé fue director de la revista Don Goyo y publicó un cuento de Arlt que trataba de los "grotescos amores de un matrimonio de prósperos confiteros de Flores". Lo citó un abogado, quería iniciar pleito contra la revista. Sucedió que los parroquianos de la confitería se sentaban a tomar vermouth con la revista abierta en la página en cuestión. Nalé arregló la situación. Por esa época, 1925-26, Arlt publicó en Mundo Argentino el cuento "El gato cocido", la historia de una vieja avara que hirvió vivo a un gato porque le había robado una tira de asado. La protagonista era su suegra, que llevaba en el texto su nombre y apellido verdaderos. Recuerda también Nalé que Carlos Muzzio Saenz, el director de Mundo Argentino: "Tomó la sabia costumbre de cambiarle el nombre a todos los personajes de los cuentos de Arlt que publicaba, por las dudas."

Al conocer a Arlt, Nalé vivía en Ensenada al 600. Dos cuadras antes se terminaban el adoquinado y el alumbrado eléctrico en las calles.

Había barro y faroles a kerosén. Por falta de pago, era común que le cortaran el suministro eléctrico. Tenía lámparas de kerosén para la emergencia, pero a veces la previsión no alcanzaba y sucedía en medio de las mejores charlas: "–¿No tiene una vela?, dice Arlt por decir algo, pues ya sabe que de tenerla ya la habría encendido. –No. –Entonces vamos a buscar una lámpara a la calle." Como Nalé era más liviano era el indicado para trepar al farol. Arlt lo sostenía mientras capturaba la lámpara de latón verde con la mecha convenientemente enroscada dentro del líquido. Esta operación se repitió varias veces: "Arlt solía decirme con cierto regocijo malévolo, mientras yo, de rodillas en sus hombros, maniobraba en la caja del farol: Mire, Nalé, si fuera en cana por robar el fuego sagrado de la municipalidad, como Prometeo.
- Iríamos juntos - le respondía yo con cierto fastidio.
- Tiene razón - me respondía con tono serio, y agregaba: –Apúrese.

Su propia broma lo había inquietado, pues le tenía entonces mucho miedo a la policía. No sé si después se lo perdió. Yo se lo sigo teniendo." Sucedió una vez que fueron a tomar prestada una lámpara y encontraron junto a la encendida, una vacía: "–¿Qué le parece?– me dijo Arlt. –Un hombre de conciencia escrupulosa. –Sí, debe ser el Buen Ladrón." Terminaron devolviendo las lámparas acompañadas por un cartelito: "Muchas gracias."

La lectura atenta de las memorias de Nalé Roxlo confirma el especial poder de observación de quien escribe, una y otra vez Arlt era atrapado sin concesiones: "Su voz y su sonrisa estaban acotando continuamente sus palabras; el interlocutor sensible captaba así el trasfondo de su espíritu, su verdadera intención. Solía decir cosas que tomadas al pie de la letra, repetidas sin precaución y oídas sin la necesaria finura auditiva, resultarían simples detonaciones. Arlt a los 17 años jugaba al cínico y al salvaje, y lo hacía muy bien, pero con el ademán, la sonrisa y el tono de la voz nos estaba diciendo que era un juego. Tenía un sentido feroz del humor, pero humor al fin. Su expresión, de una gran riqueza de matices peinaba el violento contrapelo de lo que decía."

Sobre Arlt, su compromiso con la literatura, y sus maneras, Nalé anota: "(…) La literatura era, sí, una cuestión de vida o muerte. Me estoy refiriendo a los años que precedieron a El juguete rabioso, al tiempo de formación y tanteo, a lo que podríamos llamar su prehistoria literaria. Su vida para él tenía entonces un solo sentido: ser un gran escritor. Nunca vi vocación más firme, sostenida y hasta diría cerrada. Era una pasión violenta y concluyente como son las pasiones juveniles de los hombres apasionados. No recuerdo en qué escritor de su admiración había leído esta frase: "Si para escribir una bella página tuviera que pasar sobre los cadáveres de mi madre y de mi padre, pasaría sin remordimiento." Me la repetía con frecuencia, pero los dos estábamos en el secreto de las frases salvajes, y a mí también me gustaba mucho. Algunas constan en el prontuario que me han hecho los tontos. Tenía Arlt un gran desprecio y una dura intolerancia por todo lo que consideraba frívolo. Recuerdo una fría tarde de invierno en que le presenté en el café El Seminario a un grupo de autores teatrales, Goyeneche, Cordone, Pablo Suero. Lo recibieron cordialmente. Arlt se dispuso a escuchar la conversación, mudo, con el seño fruncido por la atención y la barba en el puño. Mis amigos hablaban de mujeres. A los diez minutos, sin haber dicho una palabra, Arlt se levantó y me dijo: –Yo me voy. Para oír estas frivolidades no vale la pena reunirse con escritores.  Lo acompañé. Mi amistad por él estaba hecha de un gran afecto, una profunda estimación por su talento y bastante paciencia."

Una lectura común unió a Arlt con un familiar directo de Nalé: "Mi madre y Arlt simpatizaron desde el primer momento. Tenían un tema inagotable en el que ambos se enfrascaban con fruición: las aventuras de Rocambole. (…) Arlt me golpeaba la espalda y me decía: –Lea Rocambole, Conrado, si quiere ser un hombre instruido."
Un día Arlt le dijo a la madre de Nalé: "–Señora, si usted acepta, le voy a dar un puesto en mi gabinete, aunque había resuelto no tener señoras." Nalé era su ministro de poesía y ella la especialista en Rocambole: "Se trataba de un juego que él afectaba tomar muy seriamente y en el que había entrado él mismo de buena fe en un principio, cuando planificaba su carrera literaria. Pero lo cierto es que tenía amigos como todo el mundo sin más propósitos que la simple amistad."

Arlt también invitó a Nalé a su casa. Vivía con sus padres y su hermana, Lila. Nalé observó que debajo de su cama, entre el piso y el elástico, había pilas de grandes hojas de papel: "Todo lo he escrito yo", dijo Arlt. En una visita posterior Nalé vio que debajo de la cama no había nada: "Lo quemé todo. No servía." Arlt le había leído algo de aquella escritura: "(…) ¿No servía? ¿Quién podía decirlo? Las páginas que me leyó de aquella enorme labor destruida eran desconcertantes; lo fantástico y lo horripilante adquirían fuerza de pesadilla."

Los amigos, junto a un tercer integrante, Constantino Aguirre, poeta que luego abandonara el oficio, hicieron una excursión al cementerio de Flores. Arlt en esos tiempos leía a la señora Blavatsky y a Annie Besant: "(…) Cuando el reloj de la iglesia de San José de Flores dejó caer las 12 campanadas fatídicas de los cuentos de miedo, escalamos la tapia por distintos lugares y saltamos dentro del fúnebre jardín.

Debíamos permanecer alejados unos de otros y no pedir socorro, pasara lo que pasara, hasta que sonara la media. (…) Pero mi miedo a lo sobrenatural fue muy inferior al que había previsto, lo que, preciso es confesarlo, me produjo cierta desilusión. (…) Nos juntamos. Aguirre tan tranquilo como si saliera de un baile. Arlt no quería renunciar al escalofrío del más allá: había visto moverse algo entre las tumbas; le pareció oír una voz lejana, ruidos misteriosos…

En fin, nada. (…) Terminamos la noche en una cálida lechería y con un buen café con leche. Aguirre, irónico: él lo había dicho. Yo, muy contento de estar a salvo, y Arlt, aunque no lo dijo, bastante resentido con los muertos."


Borrador de memorias, de Conrado Nalé Roxlo


Siempre fue el autor de "El grillo". Le ocurrió lo mismo que a Fernández Moreno con los "Setenta balcones y ninguna flor". Borrador de memorias es una lectura para no perder. Anécdotas jugosas, personajes a tono, reflexiones sobre la vida y la escritura. 

La prosa de Nalé es buena compañera. Hace memoria de sus personas queridas (el triste final de Jorge Brown, el hijo del famoso payaso Frank Brown), de sus lugares (una detallada crónica del boliche "Almacén de la cueva", ubicado en Talcahuano y Cangallo, y bautizado como "El puchero misterioso", porque nadie se explicaba cómo se podía comer tanto por tan poco: 20 centavos). 

Félix B. Visillac, el poeta aludido por Arlt en la tertulia de "La idea", sin importar el esperpento leído en el local, levantaba la voz y decía: "Muy emotivo. Muy emotivo." Nalé consigna una frase: "He notado que cuanto peor es la literatura que se hace más en serio se la toma." Riesgo de tertulia literaria, casi nunca sucede el casi milagroso hecho de cruzarse con un escritor. Nalé fue un tipo de suerte.
Su obra: poesía: "El grillo" (1923), "Claro desvelo" (1937), "De otro cielo" (1952); teatro: "La cola de la sirena" (1941), "Una viuda difícil” (1944), "El pacto de Cristina" (1945), "Judith y las rosas" (1956); novela: "Extraño accidente" (1960). Utilizando los seudónimos de Chamico y Alguien, publicó en diarios y revistas cuentos humorísticos que reunió en colecciones: "Cuentos de Chamico" (1941), "El muerto profesional" (1943), "Cuentos de cabecera" (1946), "La medicina vista de reojo", "Mi pueblo" (1953).  


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